Disney, el gigante del entretenimiento, se encuentra en medio de una tormenta financiera sin precedentes, con pérdidas que se acercan a los $100 mil millones debido a una serie de fracasos recientes en la taquilla. Según algunos críticos, la causa principal de este descalabro financiero radica en lo que llaman la “agenda woke” de la compañía, un enfoque que ha priorizado la inclusión y diversidad en sus producciones.
En los últimos años, Disney ha realizado esfuerzos notables para incorporar más representación en sus películas y programas de televisión, desde la elección de personajes hasta la narrativa misma. Aunque estos cambios han sido elogiados por su intención de reflejar un mundo más diverso e inclusivo, también han generado una considerable controversia. Muchos espectadores, particularmente en mercados clave, han manifestado su descontento con lo que perciben como un cambio abrupto en el contenido, lo que ha llevado a un descenso significativo en la recaudación de taquilla.
Entre los mayores fracasos se encuentran algunas producciones que, a pesar de sus presupuestos elevados y campañas de marketing masivas, no lograron atraer al público en la medida esperada. Estos resultados han generado preocupación entre los accionistas y ejecutivos de Disney, quienes ahora se enfrentan al reto de equilibrar su compromiso con la inclusión con las demandas comerciales de un público diverso y global.
Mientras Disney intenta reponerse de este golpe financiero, la discusión sobre la “agenda woke” y su impacto en la industria del entretenimiento continúa. Algunos expertos sugieren que la compañía necesita encontrar un equilibrio más efectivo entre la representación y la narrativa tradicional para recuperar la confianza de sus audiencias y evitar futuras pérdidas catastróficas.
La situación actual de Disney es un claro recordatorio de los desafíos que enfrentan las empresas en la era moderna, donde las decisiones de contenido no solo afectan la percepción pública, sino también el balance final.