El mundo del baloncesto quedó conmocionado esta semana cuando la veterana periodista Jemele Hill declaró audazmente a Angel Reese como “la nueva Michael Jordan de la WNBA”, en una declaración que arrasó en los titulares y que desde entonces ha desatado un intenso debate. Mientras algunos celebraron la comparación como un reconocimiento largamente esperado al impacto de Reese, otros se quedaron atónitos ante el desaire a Caitlin Clark, considerada durante mucho tiempo el rostro de la nueva era del baloncesto femenino. Pero ¿qué se esconde tras el inesperado elogio de Hill? ¿Está realmente Angel Reese alejándose en la carrera por la supremacía de la WNBA?

El comentario de Hill se produjo durante una entrevista en un podcast donde defendió con vehemencia la evolución de Reese como algo más que una simple jugadora, llamándola «una fuerza cultural, una ganadora y un símbolo de una nueva grandeza». Añadió: «La gente está tan ocupada viendo las estadísticas y los momentos destacados que se olvidan de que Angel ha cambiado por completo la narrativa, dentro y fuera de la cancha. Esa es la energía de Michael Jordan».

Inmediatamente, el mundo deportivo se dividió en facciones. Los seguidores de Reese celebraron el apoyo, destacando sus actuaciones clave, su dominio inigualable en los rebotes y su confianza sin complejos. Mientras tanto, los seguidores de Clark interpretaron la comparación como un desaire mediático contra la leyenda de Iowa, quien batió récords de anotación y ayudó a impulsar el baloncesto universitario femenino a nuevas alturas.

Pero este debate va más allá del talento: se trata de influencia. Sin duda, Reese ha forjado una marca personal que trasciende la cancha. Desde contratos de moda y portadas de revistas hasta momentos virales y declaraciones audaces, encarna un tipo de estrellato que recuerda al ascenso de Jordan en los 90. Su confianza, a menudo calificada de “arrogancia” por los críticos, es interpretada por sus fans como el motor de una revolución cultural en la WNBA.
Aun así, Caitlin Clark tiene números de su lado. Con un arsenal de triples inigualable y una visión de juego que la ha comparado con leyendas como Sue Bird y Diana Taurasi, Clark sigue dominando los momentos destacados. Su presencia genera estadios llenos y récords de audiencia, señales innegables de su estrellato. Sin embargo, algunos argumentan que la marca de Clark está siendo protegida por los medios, mientras que Reese lucha con más ahínco por cada ápice de respeto.
Lo que hace que esta rivalidad sea tan electrizante es su imprevisibilidad. Cada partido, cada cita posterior al partido, cada publicación en redes sociales alimenta una narrativa más amplia de competencia generacional. Es más que baloncesto: es identidad, representación, legado.

Entonces, ¿realmente ha superado Angel Reese a Caitlin Clark? Depende del punto de vista. Si se trata de influencia, actitud y cambio cultural, Reese podría tener la ventaja. Si se trata de estadísticas y precedentes históricos, Clark sigue siendo un tema recurrente. Pero lo innegable es que el mundo del baloncesto femenino está cautivado y con la respiración contenida por lo que viene.
La comparación de Jemele Hill pudo haber parecido impactante, pero quizás ese era el objetivo: iniciar una conversación que nos obligue a repensar nuestra definición de grandeza. Y en ese sentido, tanto Reese como Clark están reescribiendo el guion en tiempo real.