Monte Carlo, 8 de abril de 2025 — El inicio del Masters de Monte Carlo 2025 ha estado marcado por una polémica inesperada que ha sacudido el mundo del tenis. Carlos Alcaraz, actual número 2 del mundo, ha encendido la controversia al manifestar abiertamente su descontento con la organización del torneo tras ser ubicado en uno de los grupos más exigentes de la fase inicial, donde enfrentará a nombres de peso como Daniil Medvedev, Alexander Zverev y, especialmente, Jack Draper.

La tensión entre Alcaraz y Draper viene en ascenso desde marzo, cuando el joven británico sorprendió al mundo eliminando a Alcaraz en los cuartos de final de Indian Wells con un marcador contundente. La derrota no solo significó la pérdida de puntos importantes para el español, sino que también dejó una huella emocional evidente. Desde entonces, la prensa ha alimentado la narrativa de una “rivalidad emergente” entre ambos tenistas.

En la conferencia previa al torneo, Alcaraz no disimuló su frustración. “Me sorprende cómo se han conformado los grupos. No es casualidad. Estoy en el grupo más duro mientras otros tienen caminos más despejados. No tengo miedo, pero sí siento que hay una deuda pendiente, sobre todo con Draper”, declaró con seriedad.

Al preguntarle si se refería a una revancha deportiva, Alcaraz fue directo: “Sí, hay cuentas que saldar. Indian Wells no fue un mal día, fue una lección. Y no olvido las lecciones”.

Estas declaraciones han provocado una ola de reacciones en el circuito. Algunos jugadores han defendido el sorteo como imparcial, mientras que otros, en privado, han reconocido que el formato de grupos podría generar ventajas ocultas.

Jack Draper, por su parte, reaccionó con aparente calma ante los comentarios de su rival. “Carlos es un competidor feroz, entiendo su frustración. Yo solo vine a jugar mi mejor tenis. Si hay algo que demostrar, lo haremos en la pista”, afirmó el británico, quien actualmente ocupa el puesto 12 del ranking ATP y ha sido elogiado por su notable progreso físico y técnico durante la temporada.

El atractivo adicional de este duelo es el contexto del ranking mundial. Alcaraz tiene la posibilidad matemática de alcanzar nuevamente el número 1 del mundo si logra avanzar a la final, siempre y cuando Novak Djokovic no supere los cuartos. Este escenario ha elevado la tensión entre jugadores, fanáticos y medios, convirtiendo el Masters de Monte Carlo en un escenario de alta presión y drama competitivo.

Desde las gradas, los aficionados ya esperan con ansiedad el posible enfrentamiento directo entre Alcaraz y Draper, programado para el segundo partido de la fase de grupos. Las entradas se han agotado en tiempo récord y los canales deportivos internacionales han comenzado a promocionar el encuentro como “el choque de orgullo”.

Algunos analistas del tenis consideran que esta creciente rivalidad puede marcar una nueva era en el circuito masculino. “Estamos viendo el nacimiento de un enfrentamiento con chispa. Alcaraz quiere recuperar lo que siente suyo, Draper quiere demostrar que su victoria no fue casualidad. Esto es lo que el tenis necesita”, afirmó el comentarista español Javier Álvarez.

Monte Carlo, con su elegancia clásica y su historia en el circuito, se ha convertido en el escenario perfecto para esta narrativa cargada de emociones, estrategia y ambición. En los próximos días, el mundo del tenis sabrá si la furia de Alcaraz puede traducirse en gloria… o si Draper volverá a imponer silencio con su raqueta.

Por ahora, el equipo de Alcaraz ha optado por mantener un perfil bajo fuera de la pista, enfocándose en la preparación táctica y psicológica del jugador murciano. Se ha visto a su entrenador, Juan Carlos Ferrero, realizando sesiones intensas de videoanálisis sobre los últimos partidos de Draper, buscando identificar debilidades que puedan ser explotadas. Mientras tanto, Draper ha entrenado con normalidad, mostrando confianza y soltura frente a la prensa y en las prácticas. Todo indica que el enfrentamiento entre ambos será uno de los momentos más esperados del torneo, no solo por lo que está en juego, sino por la intensidad emocional que lo rodea.