Mike Tyson, el ex campeón mundial de boxeo, es conocido tanto por su feroz presencia dentro del ring como por su estilo de vida excéntrico fuera de él. Uno de los aspectos más sorprendentes de la vida personal de Tyson fue su relación con sus famosos tigres, los cuales poseía durante la cúspide de su carrera.

Tyson pagó alrededor de $50,000 por cada uno de sus tigres, agregándolos a su lujoso estilo de vida en los años 90. Estos animales exóticos, que Tyson mantenía como mascotas, eran más que un símbolo de su riqueza y extravagancia; se convirtieron en parte de su imagen pública. Durante ese periodo, Tyson tuvo varios tigres, entre los más conocidos estaban Kenya, Boris y Storm.

El mundo se cautivó con la relación de Tyson con estos animales tan poderosos, y la idea de que un campeón mundial de boxeo tuviera tigres peligrosos como mascotas solo aumentaba su imagen misteriosa. Sin embargo, tener tales animales en su hogar venía con una serie de desafíos y riesgos.

En un giro de eventos que cambiaría para siempre la relación de Tyson con sus tigres, uno de los animales atacó a un visitante en 2003, resultando en una herida horrible. El tigre “le arrancó el brazo a alguien”, dejando a la víctima con graves lesiones que requirieron atención médica urgente.
Este ataque llevó a una importante batalla legal que le costó a Tyson una gran suma en compensación. La víctima demandó a Tyson, y los procedimientos legales resultaron en que Tyson tuviera que pagar $250,000 en daños. El ataque, junto con las repercusiones financieras, fue un punto de inflexión en la vida de Tyson, llevándolo a reconsiderar su decisión de tener tales animales.
Después del ataque, Tyson se vio obligado a reconsiderar su decisión de tener tigres como mascotas. Las consecuencias emocionales y financieras del incidente pesaron sobre él, y finalmente decidió separarse de los animales. Los tigres fueron enviados a un santuario, y Tyson ya no mantuvo animales exóticos.
Tyson ha expresado posteriormente su arrepentimiento por haber tomado la decisión de tener estos peligrosos animales como mascotas, reconociendo que los tigres fueron parte de un estilo de vida basado en el exceso y en decisiones impulsivas. En entrevistas posteriores, Tyson reflexionó sobre sus errores del pasado, incluida su decisión de tener animales exóticos, y cómo contribuyeron a la etapa caótica y turbulenta de su vida.
El incidente con el ataque del tigre sirve como un recordatorio claro de los riesgos asociados con tener animales salvajes en un entorno doméstico. La experiencia de Tyson destacó el peligro inherente de albergar criaturas tan poderosas y el potencial de tragedia cuando los animales son mantenidos fuera de su hábitat natural.
Aunque la relación de Tyson con sus tigres terminó de una manera trágica, la historia sigue siendo parte de la narrativa más amplia que rodea a una de las figuras más icónicas de la historia del deporte.