“¿Cree que el dinero lo soluciona todo? Ni siquiera se hace una prueba de ADN con el niño”. Ashley St. Clair denuncia a Elon Musk por presunto maltrato a pesar de haberle proporcionado 2,5 millones de dólares en manutención.
En una saga que ha cautivado a las redes sociales y a los medios de comunicación por igual, Ashley St. Clair, una autora e influencer conservadora de 26 años, ha acusado públicamente al multimillonario Elon Musk de maltratarla a ella y a su supuesto hijo, a pesar de sus afirmaciones de brindarle un apoyo financiero sustancial.
El drama en desarrollo, plagado de agravios personales y batallas legales, ha generado un amplio debate sobre la responsabilidad, la riqueza y las complejidades de las relaciones de alto perfil. La pregunta incisiva de St. Clair: “¿Cree que el dinero lo puede todo?”
“Ni siquiera se hace una prueba de ADN con el niño”—resume su frustración con Musk, el hombre más rico del mundo, quien, según ella, no ha estado a la altura de las circunstancias como padre, aun cuando él se jacta de enviarle 2,5 millones de dólares y 500.000 dólares adicionales al año.
La controversia estalló en febrero de 2025 cuando St. Clair anunció en X que había dado a luz a un hijo, que afirma es el decimotercer hijo de Musk, concebido durante un viaje a San Bartolomé en enero de 2024. Según documentos legales presentados ante la Corte Suprema de Manhattan, St. Clair alega que ella y Musk comenzaron una relación romántica en mayo de 2023, con su hijo, identificado solo como RSC, nacido en septiembre de 2024. Ella afirma que Musk estuvo ausente en el nacimiento y solo ha visto al niño tres veces, visitas breves que totalizan menos de cuatro horas, lo que demuestra lo que ella describe como una falta de participación paterna. Su acción legal busca la custodia exclusiva del niño y una prueba de paternidad ordenada por la corte para confirmar la conexión biológica de Musk, un paso que ella dice que él se ha negado rotundamente.
Musk, por su parte, no ha negado brindar apoyo financiero, pero ha puesto en duda la paternidad del niño. En una publicación del 31 de marzo de 2025 en X, respondió a las acusaciones de St. Clair: «No sé si el niño es mío, pero no me opongo a averiguarlo. No se necesita una orden judicial. Aunque no lo sé con certeza, le he dado a Ashley 2,5 millones de dólares y le envío 500.000 dólares al año». Esta declaración, que pretendía mostrarlo como generoso a pesar de la incertidumbre, no ha hecho más que avivar la indignación de St. Clair. Su equipo legal argumenta que la reticencia de Musk a confirmar la paternidad mediante una prueba de ADN desvirtúa sus afirmaciones de responsabilidad, sugiriendo que sus contribuciones financieras buscan más silenciarla que cumplir con un deber paternal.
Las acusaciones de St. Clair van más allá de la negativa de Musk a hacerse una prueba de ADN. Ella alega que él ha tomado represalias contra ella recortando la manutención infantil hasta en un 60%, obligándola a vender su Tesla para mantener su estabilidad financiera. Sus abogados declararon a la revista *People* que Musk “recortó unilateralmente una parte sustancial de la manutención” después de que ella solicitara la custodia, una medida que describen como punitiva y cuyo objetivo era presionarla para que se sometiera. Afirman además que Musk solicitó una orden de silencio de emergencia para impedirle hablar públicamente sobre su disputa, una solicitud denegada por un juez, pero que aún está pendiente de resolución. “Elon Musk es un devoto de la transparencia gubernamental”, bromearon sus representantes legales, “pero sería útil que gestionara su vida personal con los mismos principios”.
La respuesta pública ha sido polarizada. Algunos usuarios y comentaristas de X ven a St. Clair como una oportunista que aprovecha su relación con Musk para obtener fama y fortuna. Otros se solidarizan con su difícil situación, argumentando que la riqueza y el estatus de Musk no lo eximen de responsabilidad. La vida personal del multimillonario, ya objeto de fascinación debido a sus 13 hijos reconocidos con otras tres mujeres, añade otra capa de intriga. Su reciente anuncio de un decimocuarto hijo con la ejecutiva de Neuralink, Shivon Zilis, acompañado de un emoji de corazón debajo de su publicación, ha sido interpretado por algunos como un desaire deliberado a St. Clair, quien sigue pidiendo el reconocimiento de su hijo.
A medida que se avecina la batalla legal —con fecha de juicio fijada para el 29 de mayo de 2025 en Nueva York—, el caso plantea interrogantes más amplios sobre la riqueza, el poder y la responsabilidad parental. St. Clair insiste en que su lucha no se trata de dinero, sino de asegurar un futuro para su hijo. “Esto nunca se ha tratado de ganancias económicas”, declaró su portavoz a *People*. “Se trata de proteger los intereses de su hijo de un hombre que ni siquiera puede comunicarse, y mucho menos actuar como un padre coherente”. Musk, por su parte, se mantiene activo en X, promocionando sus negocios y opiniones políticas, pero ha ofrecido poca respuesta directa a la última andanada de St. Clair.
Por ahora, el impasse persiste, un espectáculo público que mezcla drama personal y disputas legales. Queda por ver si los millones de Musk podrán resolver este conflicto o si una simple prueba de ADN finalmente aclarará la verdad. Mientras las palabras de St. Clair resuenan en el panorama digital, una cosa está clara: el dinero por sí solo no puede silenciar las preguntas sobre el papel de Elon Musk en la vida de esta niña.