En la tarde del 18 de abril de 2025, un vuelo comercial de la aerolínea ficticia OceanAir, que cubría la ruta de Miami a las Bahamas, se convirtió en el escenario de una tragedia que dejó al mundo en vilo. El avión, un Boeing 737-800 con 150 pasajeros y 6 tripulantes a bordo, sufrió una explosión catastrófica en uno de sus motores poco después de despegar del Aeropuerto Internacional de Miami. Lo que sucedió a continuación fue una pesadilla: el avión, fuera de control, colisionó con un enorme barco de carga en el Atlántico antes de realizar un aterrizaje de emergencia en el agua.
Según los primeros informes, el vuelo 815 de OceanAir despegó a las 14:30 hora local. A los 15 minutos de vuelo, los pasajeros escucharon un estruendo ensordecedor. “De repente, vimos llamas saliendo del motor derecho y el avión comenzó a temblar violentamente,” relató María Gómez, una de las sobrevivientes. La torre de control de Miami recibió un mensaje de socorro del piloto, el capitán Alejandro Ruiz, quien informó que el motor había explotado tras el impacto con una bandada de aves, un problema conocido en la aviación que puede causar daños graves en los motores turbofan, como los del Boeing 737-800.
En un intento desesperado por salvar a los pasajeros, el capitán Ruiz trató de regresar al aeropuerto de Miami. Sin embargo, la explosión había dañado gravemente el ala derecha, haciendo que el avión perdiera altitud rápidamente. Mientras descendía, el Boeing 737-800 se encontró en la trayectoria de un barco de carga de 300 metros de largo, el Atlantic Titan, que transportaba contenedores desde el puerto de Miami hacia Europa. A las 14:50, el avión impactó contra la cubierta del barco, arrancando parte de su estructura y causando un incendio masivo en la nave. El choque mató a 10 marineros y dejó a otros 15 heridos.
Tras la colisión, el avión se deslizó fuera de la cubierta del barco y cayó al agua, a unas 20 millas náuticas de la costa de Miami. Milagrosamente, el fuselaje del Boeing se mantuvo intacto tras el impacto con el agua, lo que permitió a los equipos de rescate salvar a 120 de los 156 ocupantes. Sin embargo, 36 personas, incluidos 5 tripulantes, perdieron la vida en el accidente. Los sobrevivientes, muchos de ellos con heridas graves, fueron rescatados por la Guardia Costera de EE.UU., que desplegó helicópteros y botes salvavidas en una operación que duró más de 8 horas.
Las imágenes captadas por un barco cercano muestran el momento del impacto: el avión se desliza por la cubierta del Atlantic Titan, envuelto en llamas, antes de caer al océano, donde una columna de humo negro se eleva hacia el cielo. “Fue como ver una película de terror,” dijo Juan Pérez, un marinero que presenció el accidente desde otra embarcación. Las autoridades están investigando las causas exactas del incidente, pero expertos como el profesor Doug Drury de CQUniversity Australia han señalado que los choques con aves durante el despegue o aterrizaje son una causa común de accidentes aéreos, especialmente si los motores no están diseñados para resistir tales impactos.
Este trágico evento ha reavivado el debate sobre la seguridad aérea y la necesidad de mejorar las tecnologías de los motores para prevenir fallos catastróficos. Mientras tanto, las familias de las víctimas se reúnen en Miami, buscando respuestas y rindiendo homenaje a los seres queridos que perdieron en esta tragedia que ha conmocionado al mundo.
