La idea de que imperios antiguos enterraron vivas y encadenaron a mujeres hace 100,000 años ha circulado como una historia impactante sobre las primeras civilizaciones humanas. Sin embargo, este relato no coincide con las evidencias históricas, los hallazgos arqueológicos ni nuestra comprensión de las sociedades humanas de ese periodo. A continuación, analizamos en detalle por qué este mito no tiene fundamento.
Primero, es fundamental aclarar cómo era la humanidad hace 100,000 años. Durante este periodo, los Homo sapiens eran principalmente cazadores-recolectores que vivían en pequeños grupos nómadas. No existían “imperios” como los entendemos hoy.
Las civilizaciones a gran escala, caracterizadas por ciudades organizadas, gobiernos complejos y estructuras sociales avanzadas, no surgieron hasta hace unos 5,000 o 6,000 años, con el desarrollo de Mesopotamia y Egipto. Por lo tanto, la idea de rituales organizados o castigos, como enterrar vivas y encadenar a mujeres, resulta históricamente inverosímil para esa época.
Los arqueólogos han descubierto sitios funerarios que datan de decenas de miles de años atrás, pero estos hallazgos cuentan una historia muy diferente. Las tumbas humanas tempranas de este periodo suelen mostrar señales de cuidado y reverencia, como la inclusión de herramientas, huesos de animales u ornamentos simbólicos. Estas prácticas reflejan respeto por los fallecidos, en lugar de actos de brutalidad.
Por ejemplo:
- Cueva de Qafzeh, Israel (92,000 años): Se encontraron tumbas que contenían esqueletos de adultos y niños acompañados de ocre rojo, lo que sugiere comportamientos rituales o simbólicos.
- Cueva de Shanidar, Irak (60,000 años): Los entierros neandertales mostraron evidencia de flores colocadas con los muertos, indicando respeto y posiblemente rituales de duelo.
No existe evidencia que respalde abusos sistemáticos, como encadenar o enterrar a personas vivas, durante esta era.
El mito de mujeres enterradas vivas y encadenadas probablemente proviene de malas interpretaciones o distorsiones de prácticas históricas de civilizaciones mucho más recientes. Por ejemplo:
- Prácticas de sacrificio: Algunas sociedades antiguas, como los aztecas o los chinos, realizaban sacrificios humanos, a menudo ligados a creencias religiosas. Sin embargo, estas prácticas son mucho más recientes (miles, no cientos de miles, de años atrás).
- Entierros con sirvientes o esclavos: Algunas culturas antiguas enterraban a individuos de élite con sus sirvientes o concubinas, quienes podían haber sido sacrificados previamente. Nuevamente, estas prácticas ocurrieron miles de años atrás, no en tiempos prehistóricos.
Con el tiempo, relatos sensacionalistas y reinterpretaciones ficticias probablemente desdibujaron estas realidades históricas, dando lugar a afirmaciones exageradas sobre la humanidad prehistórica.
La falta de evidencia de tales prácticas hace 100,000 años se respalda con los siguientes puntos:
- No existían imperios: Las estructuras sociales necesarias para “imperios” no se desarrollaron hasta mucho después.
- Evidencia de cooperación: Los primeros humanos dependían mucho de la cooperación para sobrevivir, lo que hace poco probable la opresión sistemática de un grupo, como las mujeres.
- Evolución cultural: Los rituales de cuidado en los entierros sugieren que los primeros humanos valoraban la comunidad y el parentesco, en lugar de recurrir a la violencia contra los suyos.
El mito de mujeres enterradas vivas y encadenadas por imperios antiguos hace 100,000 años no tiene respaldo en la ciencia ni en las evidencias históricas. Más bien, parece ser una fabricación moderna que mezcla fragmentos de prácticas históricas de periodos mucho más recientes con imaginación sensacionalista.
Al comprender nuestra historia compartida a través de la arqueología y la antropología, podemos separar los hechos de la ficción y apreciar la complejidad de las primeras sociedades humanas sin perpetuar mitos infundados.