La Doncella de Hielo de Siberia, o Princesa de Ukok, es una momia femenina con tatuajes del siglo V a. C.

Una reciente resonancia magnética en los restos momificados de una princesa siberiana de 2.500 años de antigüedad ha revelado que su muerte fue causada, en parte, por un cáncer de mama agudo. Esta figura, conocida como la “Princesa Ukok” o la “Doncella de Hielo Siberiana”, pertenecía a la tribu nómada Pazyryk, mencionada en el siglo V a.C. por el historiador griego Heródoto.

Descubierta en 1993 por arqueólogos rusos, su tumba permanecía congelada bajo el permafrost en las montañas de Altái. Junto a su cuerpo se encontraron vestimentas finas, joyería, tocados, un neceser de maquillaje, un alijo de cannabis y seis caballos ensillados y con bridas. Además, sus tatuajes elaborados y excepcionalmente bien conservados han fascinado a investigadores y entusiastas de la historia.

Científicos de la Academia de Ciencias Médicas de Rusia, Andrey Letyagin y Andrey Savelov, realizaron un análisis por resonancia magnética que reveló que la princesa sufría desde joven una infección en la médula ósea llamada osteomielitis. Poco antes de su muerte, sufrió una fractura en el cráneo y dislocaciones en las articulaciones, lesiones compatibles con una caída de un caballo.

Sin embargo, los estudios indicaron que el cáncer de mama pudo ser la causa definitiva de su muerte. “Estoy completamente seguro del diagnóstico: tenía cáncer. Su cuerpo mostraba un estado de extrema emaciación. Dada su posición alta en la sociedad y los datos obtenidos de momias de la élite Pazyryk, no tengo otra explicación para su estado. Solo el cáncer podría haber tenido un impacto tan devastador”, explicó Letyagin, según The Siberian Times.

Los análisis encontraron un tumor primario en su seno derecho y en los ganglios linfáticos axilares, acompañado de metástasis que afectaron tres vértebras de su columna vertebral. Estas señales confirman un proceso avanzado de cáncer metastásico.

Se cree que la princesa utilizaba cannabis como analgésico para mitigar el dolor que sufría, una práctica común en culturas antiguas. “En culturas antiguas de las que tenemos testimonio escrito, se usaban analgésicos como vino, hachís, opio, beleño, extracto de mandrágora, acónito y cáñamo indio”, explicó Natalia Polosmak, la arqueóloga que descubrió su tumba.

Aunque comúnmente se la denomina “princesa”, algunos investigadores creen que pudo haber sido una chamana, capaz de alcanzar estados alterados de conciencia mediante el uso de cannabis. Esto habría llevado a sus contemporáneos a considerarla como un ser especial con poderes sobrenaturales.

“Para esta mujer enferma, inhalar cannabis era probablemente una necesidad forzada. Su estado alterado de conciencia pudo haberle permitido conectar con los espíritus ancestrales y los dioses”, dijo Polosmak. “Es probable que sus visiones extáticas la hicieran parecer una elegida, crucial para el bienestar de su sociedad. Era vista como la predilecta de los espíritus, cuidada y respetada hasta su último aliento.”

La historia de la Princesa Ukok no solo ofrece una visión profunda de las prácticas culturales de su tiempo, sino que también subraya la lucha humana contra enfermedades devastadoras, incluso en las civilizaciones más antiguas.

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