En el mundo de lo macabro y lo insólito, pocas exhibiciones han capturado la imaginación y el horror del público como la cabeza preservada de Peter Kürten, el infame “Vampiro de Düsseldorf”. Este escalofriante artefacto, que forma parte de la colección de Ripley’s Believe It or Not!, no es solo una reliquia macabra; es un recordatorio sombrío de uno de los capítulos más oscuros de la historia criminal del siglo XX. Expuesta en un museo que celebra lo extraño y lo increíble, la cabeza de Kürten sigue generando fascinación y repulsión a partes iguales, décadas después de su muerte.

Peter Kürten, nacido en 1883 en Alemania, fue un asesino en serie cuya brutalidad aterrorizó a la ciudad de Düsseldorf en la década de 1920. Conocido por su sadismo y su aparente placer en beber la sangre de sus víctimas, Kürten confesó haber cometido al menos nueve asesinatos, aunque se sospecha que el número real podría ser mucho mayor. Sus crímenes, que incluían ataques a mujeres, niños y hombres con martillos, tijeras y cuchillos, lo convirtieron en una figura de pesadilla en la imaginación colectiva. Arrestado en 1930 tras una intensa cacería humana, fue ejecutado por guillotina en 1931, poniendo fin a su reinado de terror.

Pero la historia de Kürten no terminó con su muerte. En un giro tan perturbador como su vida, su cabeza fue preservada tras la ejecución. Los científicos de la época, fascinados por la mente criminal, realizaron una autopsia y separaron su cabeza para estudiarla, con la esperanza de encontrar alguna anomalía física que explicara su comportamiento monstruoso. El cerebro fue diseccionado, y la cabeza, tras ser tratada con productos químicos, quedó como un trofeo macabro. Con el tiempo, este objeto pasó a manos privadas y eventualmente llegó a la colección de Ripley’s Believe It or Not!, una cadena de museos conocida por exhibir rarezas de todo el mundo.

En el museo, la cabeza de Kürten se presenta en una vitrina de vidrio, con su piel pálida y cerosa aún intacta, los ojos cerrados y una expresión que parece congelada entre la calma y la inquietud. Acompañada por paneles que narran su vida y crímenes, la exhibición no escatima en detalles escalofriantes: desde sus confesiones escalofriantes hasta las fotografías en blanco y negro de la época. Para muchos visitantes, es un momento de asombro morboso; para otros, un recordatorio incómodo de la capacidad humana para el mal.
La inclusión de la cabeza de Kürten en Ripley’s ha generado controversia. Algunos la ven como una pieza histórica legítima, un artefacto que ofrece una ventana al pasado y a los primeros intentos de criminología forense. Otros la consideran una explotación sensacionalista, un espectáculo que trivializa el sufrimiento de las víctimas de Kürten. “Es difícil mirarla sin sentir un escalofrío,” comentó un visitante en una reseña en línea. “Pero también te hace preguntarte qué lleva a alguien a convertirse en un monstruo.”
A pesar de las críticas, la cabeza sigue siendo una de las atracciones más populares de Ripley’s, atrayendo a curiosos y amantes de lo macabro de todo el mundo. Su presencia en el museo es un testimonio del legado duradero de Kürten, no como un héroe o una leyenda, sino como una advertencia. Más de 90 años después de su ejecución, el “Vampiro de Düsseldorf” sigue mirando a los vivos desde su vitrina, un momento escalofriante que Ripley’s Believe It or Not! ha inmortalizado para las generaciones futuras.