Karoline Leavitt ha presentado una demanda impactante contra los anfitriones de “The View”, exigiendo que el programa se cierre de inmediato después de que la humillaron públicamente en el aire, junto con la dura acusación: “el peor programa en la historia estadounidense”.

En un movimiento que ha enviado ondas de choque a través de los círculos políticos y de los medios, el estratega político republicano y ex candidata al Congreso Karoline Leavitt ha presentado oficialmente una demanda dirigida a los coanfitriones del programa de entrevistas diurno de larga duración de ABC, The View. La demanda, que se presentó en un tribunal federal el viernes, acusa a los anfitriones de difamación pública, angustia emocional y asesinato deliberado de carácter después de un reciente segmento en el aire que Leavitt afirma cruzar cada línea de decencia imaginable.

De acuerdo con los documentos obtenidos por los reporteros cercanos al caso, Leavitt alega que su apariencia en la vista fue “orquestada intencionalmente para degradarla, insultar y humillar” frente a una audiencia nacional. La presentación establece que fue invitada bajo la pretensión de una discusión civil sobre el discurso político, pero en su lugar fue “emboscada por la burla coordinada, la insinuación y las falsas acusaciones”.

El punto de ruptura, argumentan los abogados de Leavitt, se produjo cuando los coanfitriones supuestamente hicieron “afirmaciones falsas y profundamente dañinas” sobre sus antecedentes profesionales, cuestionando su credibilidad y motivos. La queja va más allá, describiendo el incidente como “no una discusión, sino un derribo premeditado”, con los anfitriones, supuestamente, leyendo de tarjetas de referencia preparadas que “la atacaron personalmente, político y emocionalmente”.

Pero la demanda no se detiene allí. En un giro dramático que ha encendido el debate furioso en línea, Leavitt está exigiendo no solo una retracción y disculpas públicas, sino también el cierre inmediato del programa por completo. Sus marcas de presentación son la vista “El peor programa en la historia estadounidense”, citando lo que ella describe como un “patrón de larga data de intimidación e indignación selectiva” que apunta desproporcionadamente las voces conservadoras y las opiniones disidentes.

“Este programa se disfraza de una plataforma para el empoderamiento de las mujeres mientras silencia a cualquier mujer que se atreva a pensar de manera diferente”, escribió Leavitt en un comunicado publicado poco después de que se presentó la demanda. “No es solo tóxico, es peligroso”.
ABC aún no ha revelado una respuesta formal, pero los expertos han dicho a los periodistas de Entertainment que el equipo legal de la red está “revisando el asunto con cuidado”. Según los informes, varios anfitriones de la opinión fueron “aturdidos” por la escala de la reacción de Leavitt, aunque las fuentes cercanas a la producción desestimaron el incidente como “solo otro segmento acalorado en un espectáculo conocido por las opiniones sin filtrar”.
La reacción en todo el espectro político se ha dividido previsiblemente. Los comentaristas y cifras conservadores como Candace Owens y Tomi Lahren se han recuperado al lado de Leavitt, calificando la demanda “larga y acusada” y acusando a la opinión de participar en una campaña de censura ideológica de años. Por otro lado, los críticos progresivos han criticado la demanda como “discurso anti-libre” y un “truco publicitario diseñado para silenciar las críticas”.
Los expertos legales siguen siendo escépticos sobre las posibilidades de que Leavitt tiene al cerrar el espectáculo. “Hay una barra muy alta para este tipo de reclamos para dar como resultado la cancelación”, dijo la profesora de derecho de medios Elena Martin. “Pero eso no significa que la demanda no dañe la reputación de la vista ni provocará una reevaluación de cómo tratan a los invitados con puntos de vista opuestos”.
Independientemente del resultado legal, una cosa está clara: los guantes están apagados. Esta demanda ha vertido gasolina en la guerra cultural en constante sumergencia entre los principales medios de comunicación y el aumento de las voces conservadoras. Y con Karoline Leavitt negándose a retroceder, el drama apenas comienza.