El Gran Premio de Arabia Saudita ha vuelto a desatar una tormenta de polémica en la Fórmula 1, con Max Verstappen y la FIA en el centro del asunto. Jos Verstappen, el padre del cuatro veces campeón del mundo, ha expresado su sorpresa y frustración por lo que llama las reglas “extrañas y extremas” de la FIA. La penalización de cinco segundos impuesta a Max tras un incidente con Oscar Piastri en la primera vuelta de la carrera en el circuito de Yeddah Corniche provocó fuertes críticas del clan Verstappen. Los comentarios de Jos, que se hicieron eco del enojo de Red Bull Racing, se centran principalmente en la falta de comunicación de la FIA antes de que se impusiera la sanción. Incluso el presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, se sintió obligado a reaccionar, alimentando aún más las tensiones.

El incidente ocurrió en la primera curva, donde Verstappen, que salía desde la pole position, se vio frustrado por un agresivo intento de adelantamiento de Piastri. El piloto de McLaren se zambulló por el interior, obligando a Verstappen a abrirse y cortar la chicana para mantener su posición. Según los comisarios, esto le dio una “ventaja duradera”, ya que Verstappen no cedió su posición. La penalización de cinco segundos, inferior a los diez segundos habituales debido a la “circunstancia atenuante” de la primera vuelta, le costó la victoria a Verstappen. Piastri aprovechó para ganar, mientras Verstappen acabó segundo. Jos Verstappen, que siguió la carrera de cerca, expresó su incredulidad a los medios: “¿Por qué la FIA guarda silencio? Deberían haberle recordado a Max que regresara a su posición antes de sancionarlo. ¿Acaso no es así como se debe hacer una carrera?”
La crítica de Jos se dirige al procedimiento de la FIA. A menudo, el control de carrera advierte a un piloto que debe ceder una posición, como ha sucedido a menudo en temporadas anteriores. Esta vez no se dio tal instrucción y la sanción sólo se impuso después del incidente. “Es raro”, dijo Jos. Max no tuvo otra opción; Piastri no le dio margen de maniobra. ¿Y entonces una sanción así sin previo aviso? Es extrema e injusta. El asesor de Red Bull, Helmut Marko, compartió esta opinión, destacando la aplicación inconsistente del reglamento. Señaló que, en el pasado, la FIA había dado a los pilotos la oportunidad de ceder posiciones antes de que se impusiera una sanción, y la falta de esta medida en Yeda planteó dudas sobre la transparencia del control de carrera.
El presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, respondió a las críticas en una conferencia de prensa en Yeddah. Defendió a los comisarios y recalcó que las reglas son claras: «Si un piloto se sale de la pista y obtiene una ventaja, debe devolverla. Lleva años así, y Max lo sabe». Ben Sulayem también destacó la reciente destitución del director de carrera, Niels Wittich, quien contribuyó a justificar la sanción, como una señal de que la FIA se toma en serio sus responsabilidades. Sin embargo, su respuesta no pareció calmar los ánimos. Las imágenes de una acalorada discusión entre Ben Sulayem y Verstappen después de la carrera se hicieron virales, alimentando las especulaciones sobre una relación tensa entre la FIA y el holandés.
La frustración de Jos Verstappen refleja un descontento más amplio en la Fórmula 1. Los pilotos, incluido el propio Verstappen, ya se han pronunciado en contra de las estrictas normas sobre el lenguaje y el comportamiento, que según ellos restringen la libertad de expresión. La sanción en Arabia Saudí ha agravado estas tensiones, sobre todo porque Verstappen ya acumula ocho puntos de penalización en su superlicencia. Doce puntos resultarán en una suspensión, y los fanáticos temen que la FIA agregue más. Afortunadamente para Verstappen, la penalización de tiempo fue limitada, lo que los comisarios atribuyeron a la falta de peligro durante el incidente. Sin embargo, los reclamos de reformas siguen siendo más fuertes. Los comentarios de Jos Verstappen, combinados con el reciente anuncio de Ben Sulaym de revisar las reglas de penalización, sugieren que la Fórmula 1 está en una encrucijada. La pregunta sigue siendo: ¿la FIA escuchará o permanecerá en silencio?