El hermano de Sinner responde con diez palabras que sacuden al mundo del tenis
Wimbledon 2025 brindó al público momentos inolvidables dentro y fuera de la cancha. Sin embargo, esta vez no fue un tiro ganador ni un partido épico lo que dejó a todos sin palabras. Fue una confesión íntima y dolorosa de una de las estrellas indiscutibles del torneo: Jannik Sinner.
Tras su victoria en cuartos de final, que lo catapultó a las semifinales del Grand Slam de Londres por tercer año consecutivo, el número uno del mundo compareció en la rueda de prensa visiblemente afectado. A pesar de la sonrisa forzada y la compostura que siempre lo caracterizaban, algo en su mirada sugería que el reciente éxito lo había conmocionado profundamente.
Cuando un periodista le preguntó a quién le hubiera gustado ver en las gradas durante ese importante partido, la respuesta de Sinner sorprendió a todos:
Mi padre y mi hermano nunca vinieron a verme jugar. No porque no quisieran, sino porque no podían. Trabajaban de camareros en un pequeño restaurante de Bolzano. No teníamos dinero para viajar. A menudo me pedían prestado el dinero que necesitaban para pagarme los viajes. Ahora que soy el sostén de la familia, siento el deber de recompensar a mi hermano por cada salto, cada hora extra, cada silencio.
La sala de prensa permaneció en silencio. Nadie se atrevió a hacer la siguiente pregunta. Por primera vez, Sinner habló no como un atleta, sino como un hijo y un hermano. Un chico que ha llegado a la cima del tenis mundial sin olvidar jamás sus raíces.
Las declaraciones de Jannik se viralizaron en cuestión de horas. Las redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo y cariño. Pero la respuesta más impactante vino de la persona en el centro de la historia: su hermano mayor, Lukas Sinner.
En una publicación en su perfil personal, Lukas escribió apenas diez palabras, acompañándolas con una vieja foto de los hermanos de los dos niños en una cancha de tenis improvisada:
Nos hiciste sentir orgullosos. Siempre creímos en ti.
Pocas palabras, pero cargadas de significado. Un mensaje que conmovió a miles de aficionados, periodistas e incluso excampeones de tenis como Roger Federer y Francesca Schiavone, quienes compartieron la publicación en sus perfiles, elogiando la fortaleza de la familia Sinner.
Detrás del éxito de Jannik se esconde una historia que pocos conocían en detalle. Nacido en una familia modesta del Tirol del Sur, empezó a jugar al tenis en Fatto di Fatto di Fatto, a menudo preparando la nieve para los entrenamientos. Mientras sus compañeros pasaban las tardes jugando videojuegos y haciendo excursiones, él viajaba durante horas a torneos menores, durmiendo en habitaciones compartidas o en el coche de su padre.
Sus padres, Hanspeter y Sigrinke, hicieron enormes sacrificios. Pero es su relación con su hermano Lukas la que hoy se ve desde una nueva perspectiva. Mientras Jannik perseguía sus sueños, Lukas dejó los suyos de lado para ayudar a la familia, haciendo turnos de noche en restaurantes, trabajando durante las vacaciones, siempre en la sombra.
La revelación de Sinner desató una ola de empatía no solo entre los aficionados, sino también dentro del ATP Tour. Rafael Nadal comentó:
«Estas son las historias que demuestran el verdadero valor de los atletas».
Novak Djokovic dijo:
«Me inclino ante la valentía de decir estas verdades. El tenis necesita campeones humanos, no solo técnicos».
Y Carlos Alcaraz, su histórico rival y amigo, publicó un sencillo emoji de corazón acompañado del mensaje:
“Sinner es Grande, dentro y fuera de la cancha”.
Ahora que Jannik Sinner está en la cima del éxito, con millones de fans y patrocinadores a su lado, es evidente que nada ha quebrantado sus valores. Cada victoria, cada punto, es un homenaje a quienes le permitieron creer. Y mientras el mundo lo aclama como campeón, él sigue comportándose como el niño que siempre fue, sabiendo que sin su familia, nada habría sido posible.
Y si hay una frase que lo resume todo, es la de Lucas. En diez palabras, logró contar una historia completa. Una historia que, hoy, pertenece no solo al Pecador, sino a todos nosotros.