El mundo del baloncesto femenino en Estados Unidos se ha visto sacudido por una polémica que amenaza con dejar cicatrices profundas en el seno de la selección nacional. Lin Dunn, una de las voces más respetadas y experimentadas del baloncesto estadounidense, ha lanzado un ataque frontal contra Brittney Griner, exigiendo su exclusión inmediata del equipo olímpico que representará a EE. UU. en los Juegos de París 2025.

Todo estalló tras la reciente publicación de un video donde Griner, estrella de las Phoenix Mercury y una figura clave en el equipo nacional, fue vista permaneciendo sentada durante la interpretación del himno nacional antes de un partido de preparación olímpica. Esta actitud, que Griner ha defendido anteriormente como un acto de protesta contra las injusticias sociales, volvió a encender un debate que ya había generado controversia en el pasado.

Pero esta vez, la reacción fue mucho más feroz. Lin Dunn, actual directora de operaciones de Indiana Fever y leyenda del baloncesto femenino, no se mordió la lengua. En declaraciones recogidas por varios medios nacionales, la veterana entrenadora afirmó con contundencia: “¡Insultas el himno nacional, no eres digna de representar a este país! No podemos permitir que alguien que desprecia nuestros símbolos patrios vista los colores de Estados Unidos en el mayor escenario deportivo del mundo”.

El pronunciamiento de Dunn no tardó en viralizarse, desatando una ola de comentarios a favor y en contra. Mientras algunos sectores del público respaldaron sus palabras y exigieron que la Federación de Baloncesto de EE. UU. tome medidas ejemplares, otros defendieron el derecho de Griner a la protesta pacífica, recordando su traumática experiencia en Rusia y su lucha constante por los derechos civiles.

El contexto personal de Griner no es menor. La jugadora pasó casi 10 meses detenida en Rusia en 2022 bajo cargos de posesión de cannabis, un episodio que marcó profundamente su vida. Desde su regreso a suelo estadounidense, ha adoptado una postura más firme en temas sociales y no ha dudado en usar su plataforma para visibilizar las causas que considera justas. Sin embargo, este compromiso le ha generado numerosos detractores.

“Estamos hablando de los Juegos Olímpicos, donde se representa a toda una nación”, continuó Dunn en su declaración. “Hay momentos y lugares para expresar desacuerdos, pero cuando llevas el uniforme de EE. UU., debes honrar nuestros símbolos y a todos aquellos que han luchado por este país”.

Por el momento, ni Griner ni la Federación han emitido un comunicado oficial en respuesta a la demanda de Dunn. Sin embargo, fuentes cercanas al cuerpo técnico afirman que el tema se está discutiendo intensamente a puertas cerradas, pues la presión mediática y política ha escalado de manera inesperada.

El episodio también ha provocado divisiones dentro del propio vestuario. Algunas compañeras de equipo han mostrado públicamente su apoyo a Griner, mientras que otras, en privado, consideran que su comportamiento podría afectar la armonía y el enfoque del grupo de cara a una cita tan importante como los Juegos.

En el trasfondo de esta polémica subyace una cuestión más amplia: ¿hasta qué punto puede una atleta expresar sus convicciones personales cuando representa a su país? La respuesta, como queda claro en este encendido debate, está lejos de ser unánime.

Mientras tanto, el reloj avanza. El equipo nacional debe cerrar su plantilla en las próximas semanas, y la presencia de Griner en París pende ahora de un hilo. ¿Prevalecerá su talento indiscutible en la cancha sobre las crecientes presiones externas? El mundo del deporte y la opinión pública observan con atención. La historia está lejos de concluir.