París, Francia — En un movimiento que ha sacudido al mundo empresarial y geopolítico, el gobierno francés ha tomado una decisión sin precedentes: bloquear el avance de Tesla y reducir drásticamente la presencia de la industria automotriz estadounidense en su territorio. La medida, considerada por muchos como “una declaración económica de guerra”, ha provocado una ola de reacciones que no ha dejado indiferente ni a Wall Street ni a Silicon Valley.

El más afectado: Elon Musk, el magnate detrás de Tesla, SpaceX y X (antes Twitter), quien ha visto cómo desaparecen más de 138.900 millones de dólares en valor bursátil en cuestión de semanas. Y lo más alarmante: la sangría financiera parece no tener freno.

Fuentes del Ministerio de Economía y Finanzas de Francia revelaron que la medida forma parte de una estrategia nacional para proteger la soberanía tecnológica y climática del país. Según declaraciones oficiales, Francia está priorizando la industria local y marcando límites a la hegemonía tecnológica de Estados Unidos.

“No vamos a permitir que las grandes tecnológicas extranjeras dominen la transformación ecológica de nuestra economía. Tesla representa una amenaza al equilibrio industrial europeo”, afirmó un alto funcionario francés bajo condición de anonimato.

Elon Musk no tardó en reaccionar. A través de su cuenta en X, publicó un mensaje críptico pero contundente:

“La innovación no puede ser censurada. Francia está jugando un juego peligroso”.

Internamente, Tesla enfrenta no solo la retirada del mercado francés, sino también una ola de cancelaciones de contratos en Europa, donde países como Alemania y Países Bajos estarían considerando medidas similares.

Analistas de JP Morgan y Morgan Stanley ya advierten que la capitalización de mercado de Tesla podría caer aún más, y que la compañía podría verse forzada a cerrar temporalmente operaciones en Europa si no se revierte la política francesa.

Estados Unidos ha expresado su “profunda preocupación” ante la decisión francesa. La secretaria de Comercio, Gina Raimondo, calificó la medida como “un ataque injustificado contra la libre competencia y la innovación”.

Mientras tanto, China observa con interés. Algunos expertos consideran que este escenario podría abrir la puerta a marcas como BYD o NIO, que buscan expandirse en el continente europeo y ocupar el espacio dejado por Tesla.

La Unión Europea se encuentra en una posición incómoda. Si bien algunos países apoyan una mayor autonomía tecnológica, otros temen que decisiones tan radicales puedan ahuyentar la inversión extranjera.

“El problema no es Tesla, es cómo hacemos la transición ecológica sin sabotear la inversión global. Esta decisión puede salirle muy cara a Francia”, señaló un diplomático europeo.

En Francia, Tesla contaba con más de 3.000 empleados y acuerdos para construir plantas de ensamblaje y centros de investigación. Todo eso ahora queda en pausa. Los sindicatos han alzado la voz, exigiendo una solución inmediata para proteger los puestos de trabajo.

“Estamos atrapados en una batalla entre gigantes. Pero los que perdemos somos nosotros, los trabajadores”, declaró un representante sindical en Burdeos.

Frente al bloqueo, Tesla evalúa reubicar parte de su producción en países más receptivos, como Hungría o Polonia. También se especula con un acercamiento estratégico a Reino Unido, fuera de la UE, donde las regulaciones podrían ser más favorables.

Mientras tanto, los mercados siguen atentos. Las acciones de Tesla han caído un 17% en las últimas dos semanas, y los analistas no descartan una caída adicional si no se logra una solución diplomática.

Lo que está ocurriendo en Francia puede marcar un antes y un después en las relaciones económicas entre Europa y Estados Unidos. Elon Musk, una de las figuras más influyentes del mundo, está viendo cómo el terreno europeo se le vuelve hostil. Y la pregunta que muchos se hacen ahora es:
¿Quién será el siguiente en cruzar la línea roja del proteccionismo industrial europeo?