“¡ESCÁNDALO TOTAL! ¿La mayor estafa del boxeo? Scull se lleva millones sin pelear y Canelo destroza su legado en una noche fatídica para México!”

“Un fraude con guantes”: La noche en que Canelo humilló al boxeo y Scull se llevó millones sin tirar golpes

 
 

Saúl “Canelo” Álvarez ganó. Pero nadie celebró. Las luces brillaron, las cámaras rodaron, los jueces levantaron las tarjetas… y el boxeo cayó derrotado ante una farsa millonaria que hoy divide a México y sacude la credibilidad del deporte.

William Scull, un rival tan evasivo como desconocido, sobrevivió 12 rounds sin intercambiar un solo momento memorable. Apenas 445 golpes lanzados entre ambos —la cifra más baja registrada en cuatro décadas. Lo que debía ser una noche de gloria terminó siendo una broma de mal gusto que costó millones a organizadores… y horas de sueño a millones de mexicanos.

Pero lo peor vino después.

Julio César Chávez, leyenda viva del boxeo, no se contuvo: “Esto no fue una pelea. Fue una mentada de madre a todo México”. David Faitelson, más medido pero igual de letal, sentenció: “Fue una exhibición decadente. Canelo está dañando su propio legado”. Y en redes sociales, el hashtag #CaneloFraude trepó en las tendencias como una ola de furia nacional.

El propio árbitro rompió el protocolo con una frase que ya es meme: “Esto es boxeo, no un vals de quinceañera.”

Y mientras tanto, William Scull —que salió del ring sin un rasguño— subió a su jet privado y publicó un mensaje provocador: “Yo vine a boxear, no a pelear.” Para la afición mexicana, eso fue gasolina sobre el fuego. En tierra de guerreros como Chávez, Morales o Márquez, esa frase fue una blasfemia.

El público reaccionó con rabia. Bares vacíos, botellas tiradas, memes por doquier: Canelo en un Ferrari atascado, Scull escapando en bicicleta. “Gasté 500 pesos en chelas para ver una cátedra de aburrimiento”, se quejaba un fanático en la colonia Roma. “La próxima vez me duermo y veo los highlights… que igual duran lo mismo.”

Pero lo más grave ocurrió tras bambalinas. Según fuentes cercanas, Canelo estalló de furia contra su propio equipo: “Yo pedí a Crawford, y ustedes me trajeron a este corredor de maratón.” Si es cierto, significa una fractura en el entorno de Álvarez, hasta ahora blindado y estratégico. ¿Se está desmoronando el imperio?

Y mientras los fans exigían rivales de verdad —Crawford, Spence, Golovkin—, los promotores sauditas hacían cuentas. El show que debía consolidar a Arabia como nueva capital del boxeo mundial fue un fracaso emocional. “Pagaron por fuego y les vendieron hielo”, resumió un comentarista de ESPN.

¿La pelea más aburrida en la historia del boxeo mexicano moderno? Probablemente. ¿El principio del fin para Canelo? Puede ser. Lo cierto es que por primera vez en años, su aura de invencibilidad titubea. Los nombres ya no asustan. Las peleas ya no emocionan. El ídolo aún no cae, pero ha dejado de volar.

Y lo más doloroso para los verdaderos amantes del boxeo es esto: la noche del 3 de mayo, nadie perdió más que el deporte.

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