El pasado fin de semana en el Gran Premio de Bélgica, el paddock de la Fórmula 1 se vio sacudido por un escándalo inesperado que involucra al joven talento argentino Franco Colapinto y al equipo Alpine. Según diversas fuentes cercanas al equipo, Colapinto habría disputado la carrera con un coche en condiciones inferiores al que utilizó su compañero Pierre Gasly, generando una ola de críticas hacia la gestión interna del equipo francés.

Franco Colapinto, quien fue llamado para participar en las prácticas libres y hacer una aparición especial en Spa-Francorchamps como parte del programa de desarrollo de Alpine, habría recibido un monoplaza con especificaciones distintas y, en ciertos aspectos, menos competitivas que las de Gasly. A pesar de su talento y del entusiasmo que despertó entre los fanáticos latinoamericanos, Colapinto luchó visiblemente con el ritmo durante toda la jornada, lo que encendió las alarmas tanto en los medios como dentro del paddock.

La polémica estalló cuando un informe técnico filtrado reveló discrepancias notables en la configuración aerodinámica, el sistema de frenado y la distribución del peso entre los coches de ambos pilotos. Mientras Gasly contaba con las últimas actualizaciones del paquete aerodinámico, el coche de Colapinto tenía componentes de especificaciones anteriores, lo que inevitablemente afectó su rendimiento en uno de los circuitos más exigentes del calendario.

Las redes sociales no tardaron en reaccionar. Miles de aficionados expresaron su indignación bajo los hashtags #JusticiaParaColapinto y #AlpineGate, acusando al equipo de sabotear deliberadamente al piloto argentino. Incluso algunos ex pilotos y analistas como Juan Pablo Montoya y Pedro de la Rosa señalaron que la situación era “inaceptable” y pidieron una investigación por parte de la FIA.
Por su parte, Alpine se limitó a emitir un escueto comunicado en el que niega cualquier trato desigual entre sus pilotos, argumentando que “las diferencias de configuración se deben a razones logísticas y al enfoque técnico adoptado para cada monoplaza.” Sin embargo, estas explicaciones no han logrado calmar la tormenta mediática ni el descontento entre los seguidores del automovilismo.
La controversia también plantea serias dudas sobre el futuro de Colapinto en la estructura de Alpine. Muchos se preguntan si este episodio dañará su proyección como posible piloto titular en los próximos años o si buscará oportunidades en otros equipos que valoren de forma equitativa su potencial.
Lo ocurrido en Bélgica pone en evidencia los desafíos que enfrentan los jóvenes pilotos al integrarse a equipos establecidos, donde la política interna y las decisiones estratégicas pueden jugar un rol tan importante como el talento en pista. Mientras tanto, los fanáticos del automovilismo esperan respuestas claras y, sobre todo, justicia para uno de los talentos más prometedores de América Latina.