En una nueva muestra de su estilo excéntrico y provocador, Elon Musk —el magnate detrás de Tesla y SpaceX— ha adquirido recientemente una mini ciudad en Texas por 35 millones de dólares. ¿Su propósito? Crear un santuario privado donde vivir con sus dos esposas y sus once hijos, en lo que él mismo define como un “hogar lleno de vida, libertad e innovación”.

Un proyecto extravagante pero fiel a su visión

Musk nunca ha sido un empresario convencional. Desde enviar cohetes al espacio hasta cavar túneles debajo de las ciudades, su carrera ha estado marcada por decisiones audaces. Esta vez, ha decidido aplicar esa misma audacia a su vida personal. Según fuentes cercanas, Musk compró un complejo residencial privado cerca de Austin, que incluye varias decenas de viviendas, zonas verdes, un lago artificial y sistemas de energía autosuficiente.

Durante una charla en X (antes Twitter), el empresario explicó su decisión:

“Quiero un lugar donde mis hijos puedan correr libres, aprender, explorar y soñar. Un hogar donde vivamos juntos con amor, autonomía y propósito. Mi objetivo es llenar la casa de niños.”

Una visión familiar poco tradicional

Musk ha expresado en múltiples ocasiones su preocupación por el descenso de la natalidad mundial. Ha dicho que una de las mayores amenazas para el futuro de la humanidad es “no tener suficientes hijos”. No es casualidad, entonces, que tenga once hijos con diferentes parejas, incluidos varios con la artista Grimes y una ejecutiva de Neuralink.

En su nueva “ciudad privada”, cada hijo tendría su propio espacio de vida, diseñado con principios de autonomía y educación tecnológica. Se habla incluso de zonas de juegos inteligentes, módulos de aprendizaje, laboratorios caseros y simuladores espaciales.

¿Dos esposas bajo un mismo techo?

Uno de los aspectos más llamativos del proyecto es la convivencia de las dos presuntas esposas de Musk en el mismo entorno residencial. Aunque no hay declaraciones oficiales que confirmen una relación poligámica formal, varios medios estadounidenses señalan que Musk busca experimentar con estructuras familiares no tradicionales.

De hecho, el empresario ha manifestado en otras ocasiones su interés por modelos sociales alternativos, y este proyecto parece ser un paso más hacia su idea de “reinventar” las normas de convivencia.

“No quiero vivir según las reglas establecidas. Quiero cuestionarlas y mejorarlas”, habría dicho a personas de su entorno.

Una comunidad autosuficiente y sostenible

La mini ciudad no será un simple refugio de lujo. Los planos filtrados revelan que será un ecosistema completamente autosuficiente, alimentado por energía solar gracias a paneles y baterías Tesla Powerwall. Tendrá reciclaje de residuos, purificación de agua local y producción de alimentos mediante huertos urbanos.

También se incluirán escuelas privadas, un pequeño centro médico, un auditorio, zonas deportivas y espacios de trabajo conectados con las empresas de Musk. Es, en esencia, un modelo de sociedad cerrada y sostenible.

¿Utopía familiar o capricho multimillonario?

Como todo lo que rodea a Musk, el proyecto ha generado reacciones divididas. Sus seguidores lo ven como un visionario que apuesta por nuevas formas de vida y crianza. Sus detractores lo acusan de construir una especie de secta personalista o de querer huir del mundo real para crear el suyo propio.

Para algunos, la idea de una comunidad aislada, dominada por las ideas de un solo hombre, genera inquietud. Para otros, representa una oportunidad para experimentar nuevas formas de vida, especialmente en tiempos de crisis ecológica y social.

Lo cierto es que la mini ciudad de Musk está en marcha, y como todo lo que hace el magnate sudafricano, no pasará desapercibida. El hombre que sueña con colonizar Marte ahora también quiere reinventar la forma de criar a sus hijos en la Tierra.