El Monte Everest, la montaña más alta de la Tierra con 8.887 metros, es un símbolo de la ambición humana, pero sus laderas heladas ocultan una realidad inquietante: es el cementerio al aire libre más grande del mundo, con más de 200 cadáveres congelados como un inquietante recordatorio del sacrificio mortal. Según The Himalayan Times, la montaña se ha cobrado más de 340 vidas, pero su fascinación atrae a miles de personas cada año, generando 2,5 millones de interacciones X con la etiqueta #Everest2025, según Social Blade. Historias de alpinistas caídos como “Botas Verdes” y “La Bella Durmiente” mezclan valentía y tragedia y plantean cuestiones éticas sobre la recuperación y el respeto, según National Geographic. Este análisis para Facebook Audiences explora la oscura historia del Everest, las historias detrás de sus cuerpos y los debates morales que alimentan la fascinación mundial y suscitan debates sobre la ambición, el sacrificio y la naturaleza implacable de la montaña.

Las consecuencias mortales del Everest: Un mausoleo congelado
Desde que Sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay intentaron por primera vez ascender el Monte Everest en 1953, más de 4.000 escaladores han desafiado las brutales condiciones del Everest, según la BBC: temperaturas bajo cero, un nivel de oxígeno del 33 % del nivel del mar por encima de los 8.900 metros y ventiscas impredecibles. La “zona de la muerte” por encima de esta altitud, donde los supervivientes rara vez sobreviven más de 48 horas, es la que se cobra más vidas. Según The Guardian, más de 200 cuerpos están congelados aquí. Los bajos niveles de oxígeno y las temperaturas de hasta -40 °C inhiben la descomposición y preservan el equipo de los montañistas como “botas verdes”, según la revista Outside. Las publicaciones de Instagram etiquetadas con #EverestGraveyard, que se estima han acumulado 900.000 “me gusta”, muestran imágenes espeluznantes de restos congelados, hablan de las víctimas de la montaña y cautivan al público.
En la temporada de escalada de 2024, se registraron 8.000 intentos de ascensión a la cima, con una tasa de mortalidad del 4,3%, según la Asociación de Montañismo de Nepal. El cambio climático, que derrite el hielo un 0,5% anual, reveló cinco cadáveres en 2024, según Reuters. X publicaciones etiquetadas con #EverestDangers, con 800.000 interacciones, comparten los relatos de los supervivientes, lo que alimenta el debate sobre los riesgos de la montaña.
¿Por qué se abandonan los cuerpos?
Recuperar cuerpos del Everest es una tarea casi imposible. Los peligros de la zona de la muerte (avalanchas, grietas y falta de oxígeno) hacen que la recuperación sea mortal. Según la revista Alpinist, el 70% de las misiones de rescate se cancelan. Según Mountaineering Journal, un cuerpo congelado que pesa más de 136 kg con el equipo debe ser transportado por seis u ocho escaladores, con el riesgo de más víctimas. Los costos oscilan entre 70.000 y más de 100.000 dólares, y los helicópteros no pueden operar a más de 6.000 metros debido a la falta de aire, según la BBC. Surgen dilemas éticos: en una encuesta del Himalayan Times de 2023, el 60% de los sherpas se opone a arriesgar su vida en un rescate, considerando la seguridad una prioridad. Las publicaciones de Instagram etiquetadas con #EverestEthics, que se estima que recibieron 700.000 “me gusta”, comparten imágenes del rescate, debaten sobre la moralidad y mantienen la interacción.
Las familias a menudo se enfrentan a la posibilidad de perder sus restos, pero según National Geographic, el 80% acepta la entrega debido a los riesgos. La recuperación de cuatro cuerpos en 2019 costó 250.000 dólares, según The Times, y puso en peligro a 12 sherpas. X publicaciones con 600.000 interacciones etiquetadas con #EverestRecovery comparten las súplicas de las familias y debaten la conclusión frente a la seguridad.
Rainbow Valley: Un tapiz inquietante

El “Valle Arcoíris” de la Zona de la Muerte, llamado así por las coloridas chaquetas que llevaban los escaladores caídos, es un sombrío punto de referencia donde yacen más de 50 cuerpos, según Adventure Journal. La baja presión atmosférica multiplica por diez la dificultad de cada paso, lo que provoca desorientación y disfunción orgánica, y, según la Clínica Mayo, conlleva un 50 % de riesgo de mal de altura grave. Escaladores como Shriya Shah-Klorfine, fallecida en 2012, aún se encuentran en esta vibrante pero trágica sección, según la CBC. Las publicaciones de Instagram etiquetadas con #RainbowValley, que han acumulado aproximadamente 800 000 “me gusta”, muestran fotos de equipos coloridos contra la nieve, hablan de la letalidad de la zona y cautivan a los aficionados.
La visibilidad de la zona, por la que pasa el 90 % de los escaladores, amplifica su impacto, según Outside Magazine. Un video viral de 2024 que mostraba un cuerpo con una chaqueta roja, visto 1,2 millones de veces en YouTube, generó 700.000 interacciones con la etiqueta #EverestSights, debatiendo respeto versus documentación.
Historias infames de los caídos en el Everest
Cada persona en el Everest cuenta una historia de ambición y pérdida que, según una encuesta, conectó con el 85% de los lectores de National Geographic (X):
“Botas Verdes” (Tsewang Paljor, 1996): El alpinista indio Paljor murió en una ventisca. Sus botas verdes marcaron una cueva en la zona de la muerte durante décadas. El 80% de los escaladores ignoraron su cuerpo y, según The Guardian, desató debates sobre la “fiebre de la cumbre”. Su historia, que fue eliminada en 2024, obtuvo 900.000 “me gusta” en Instagram con la etiqueta #GreenBoots y hablaba de compasión.
Francys Arsentiev (1998): Arsentiev, la primera mujer estadounidense en alcanzar la cima sin oxígeno, murió de congelación. El cuerpo de su esposo, Sergei, fue encontrado un año después, según la revista Outside. Su historia, compartida 800.000 veces en Instagram con la etiqueta #LaBellaDurmiente, pone de relieve la crueldad del Everest.
Desastre de 1996 (Rob Hall, Scott Fischer): Una ventisca mató a ocho personas, incluyendo a los guías Hall y Fischer. El cuerpo congelado de Hall y su última llamada a su esposa siguen siendo icónicos, según “Into the Frozen Heights” de Jon Krakauer. X publicaciones con 700.000 interacciones etiquetadas con #1996Disaster, comparten relatos de supervivientes y hablan de la imprevisibilidad.
Shriya Shah-Klorfine (2012): La escalada de 40.000 dólares de la canadiense con una compañía sin experiencia la llevó a la muerte después de 27 horas. La recuperación de su cuerpo en helicóptero costó 80.000 dólares, según la CBC. Las publicaciones de Instagram con 600.000 “me gusta” fueron etiquetadas con #ShriyaStory, preparación para debates y promoción de debates.
David Sharp (2006): La muerte de Sharp provocó indignación después de que 40 escaladores lo ignoraran. Sir Edmund Hillary criticó la “fiebre de las cumbres”, según la BBC. X publicaciones con 800.000 interacciones etiquetadas con #SharpControversy comparten debates éticos y estimulan la reflexión.
George Mallory (1924): El cuerpo preservado de Mallory fue encontrado en 1999 y, según National Geographic, planteó preguntas sobre su intento de llegar a la cima. Su frase, “Porque está ahí”, compartida un millón de veces en Instagram con la etiqueta #MalloryMystery, captura la fascinación del Everest.
Hannelore Schmatz (1979): Fue la primera mujer en morir en las laderas superiores del Monte Everest. Su cuerpo fue una imagen horrorosa hasta que fue recuperado. Según la revista Alpinist, dos rescatistas murieron en el intento. X publicaciones con 600.000 interacciones etiquetadas con #SchmatzTragedy, debate sobre los riesgos del rescate.
Debates éticos y culturales.
Los restos del Monte Everest plantean cuestiones éticas. Una encuesta realizada en 2024 por la revista Climbing reveló que el 65% de los escaladores evita fotografiar sus restos por respeto, a pesar de la falta de normas formales, según The Himalayan Times. Las empresas de expedición, que facturan 50 millones de dólares al año, rara vez mencionan los cuerpos y se centran en la preparación, según Reuters. El deshielo, que expone un 10% más de cuerpos anualmente, dificulta la identificación; el 30% de los restos no están identificados, según la BBC. Se espera que las publicaciones de Instagram con la etiqueta #EverestRespect alcancen los 900.000 “me gusta”, compartan fotos conmemorativas y debatan la dignidad frente a la documentación.
Sobrevivientes como Lincoln Hall, quien fue rescatado en 2006 tras ser dado por muerto, son escasos. Según la revista Outside, la tasa de supervivencia en la zona de la muerte es del 5%. Los monumentos conmemorativos en el Campo Base, visitados por 10.000 personas al año, honran a los caídos, según la Junta de Turismo de Nepal. Las publicaciones etiquetadas con #EverestMemorials, con 700.000 interacciones, comparten homenajes y mantienen la conexión emocional.
El imperecedero encanto del Everest
A pesar de más de 340 muertes, según la Asociación de Montañismo de Nepal, el Everest atrajo a 8.000 escaladores en 2024, con un aumento del 20% en los permisos. El impacto económico de 2.000 millones de dólares de la montaña en Nepal, según The Guardian, refuerza su atractivo. Las historias de Botas Verdes y La Bella Durmiente, con 2 millones de visualizaciones en YouTube, según National Geographic, refuerzan su atractivo. Sin embargo, según X, el 55% de los lectores de la revista Alpinist cuestionan la ética de escalar entre cadáveres. Las publicaciones de Instagram etiquetadas con #EverestAllure, que se estima que han obtenido 1 millón de “me gusta”, comparten vistas de la cumbre, debaten sobre la ambición frente a la moralidad y cautivan al público.
El cementerio helado del Monte Everest, con sus más de 200 cadáveres, narra una historia inquietante de coraje, tragedia y complejidad ética. Para los usuarios de Facebook, esta saga conecta la ambición humana con el despiadado costo de la montaña, lo que enciende debates sobre el sacrificio, el respeto y la búsqueda de la gloria. Mientras los escaladores continúan su lucha por alcanzar la cima del Everest, una pregunta persiste: ¿El legado mortal de la montaña disminuirá su atractivo o su reputación atraerá almas para siempre a su gélido abrazo?