El mundo del tenis está en llamas tras el explosivo enfrentamiento en los cuartos de final del Miami Open entre Jessica Pegula y Emma Raducanu. Lo que parecía ser una victoria contundente de Pegula se ha transformado en un escándalo que sacude el torneo. Raducanu, visiblemente frustrada tras la derrota, no se mordió la lengua al acusar a su rival de “jugar sucio” y aprovecharse de su evidente estado de agotamiento físico.

“¡No es justo para mí! Me obligaron a salir a la cancha cuando todos podían ver que no estaba en condiciones,” exclamó Raducanu en la rueda de prensa posterior al partido, con lágrimas de furia en los ojos. Según la joven británica, Pegula y su equipo habrían presionado a los organizadores para que el partido se llevara a cabo a pesar de sus quejas sobre su salud, una decisión que ella calificó de “desleal” y “vergonzosa”.

Por su parte, Pegula se defendió con frialdad: “Todos enfrentamos desafíos. Si no estás lista para jugar, no salgas a la cancha. Yo hice mi trabajo.” Estas palabras solo echaron más leña al fuego, con fanáticos divididos entre quienes aplauden la mentalidad implacable de Pegula y quienes consideran que cruzó una línea ética al enfrentarse a una rival claramente disminuida.

El incidente ha levantado preguntas incómodas: ¿Deberían los árbitros haber intervenido? ¿Es esta una muestra de la falta de empatía en el tenis profesional o simplemente el instinto de una campeona que no da tregua? Mientras Pegula se prepara para enfrentarse a Alexandra Eala en las semifinales, el escándalo sigue creciendo, y la sombra de esta “victoria humillante” podría perseguirla mucho después de que termine el torneo.

¿Justicia o crueldad? El Miami Open 2025 pasará a la historia, pero no por las razones que muchos esperaban.