Saúl “Canelo” Álvarez lo ha vuelto a hacer. En una noche inolvidable en el T-Mobile Arena de Las Vegas, el campeón mexicano demostró por qué sigue siendo el rostro más reconocido del boxeo mundial. Con una actuación sólida, precisa y dominante, Canelo defendió con éxito su título indiscutido de los supermedianos, dejando claro que sigue en la cima absoluta de su categoría. Enfrentándose a Jermell Charlo, campeón indiscutido del peso superwélter, Álvarez no dejó lugar a dudas sobre quién manda en las 168 libras.

Desde el primer asalto, Canelo salió con determinación. A diferencia de peleas pasadas donde iniciaba con calma, esta vez su lenguaje corporal hablaba de urgencia y de hambre por dejar una marca. Sus golpes al cuerpo fueron una constante amenaza para Charlo, quien rápidamente pareció sentirse incómodo ante la presión implacable del mexicano. El plan de pelea fue claro: cortar el ring, mantener a Charlo a la defensiva y castigar el cuerpo para ir minando la resistencia de su oponente.

La velocidad y el movimiento de Charlo, que muchos pensaban serían una ventaja para el estadounidense, quedaron neutralizados por la potencia y la inteligencia táctica de Canelo. Mientras Charlo lanzaba combinaciones esporádicas, Álvarez conectaba con precisión quirúrgica. Un uppercut en el cuarto asalto puso de pie al público, y en el séptimo llegó la caída: un gancho de derecha directo al rostro de Charlo lo envió a la lona, marcando el momento decisivo del combate.

Aunque Charlo logró levantarse y continuar, el ritmo de la pelea ya era completamente de Canelo. Con cada asalto que pasaba, el dominio del mexicano se hacía más evidente. Sus combinaciones fluían con elegancia, y sus movimientos defensivos mostraban una maestría que solo los más grandes poseen. Al final de los doce asaltos, los jueces no tuvieron dudas: 119-108, 118-109 y 118-109 a favor de Álvarez, una victoria contundente por decisión unánime.

Pero más allá del resultado, lo que hizo esta noche especial fue el mensaje que Canelo envió al mundo. Después de años en la cima, tras críticas sobre sus últimas actuaciones, lesiones y dudas sobre si su mejor momento ya había pasado, el mexicano respondió de la única forma que sabe: con los puños. Con esta victoria, Canelo no solo mantiene sus cuatro cinturones (CMB, AMB, OMB y FIB), sino que también reafirma su legado como uno de los más grandes pugilistas de su generación.
En la conferencia de prensa posterior, Canelo fue claro: “Sigo siendo el rey. Me subestiman, pero aquí estoy, más fuerte que nunca”. Además, dejó entrever que sus días en el ring están contados, mencionando que podría retirarse en 2026. “Quiero disfrutar a mi familia. He dado todo al boxeo y me siento completo, pero aún me quedan unas guerras más por dar”, dijo con una sonrisa.
Mientras tanto, los fanáticos y expertos ya especulan sobre su próxima pelea. ¿David Benavidez? ¿Dmitry Bivol en una revancha? ¿O tal vez una sorpresa más antes de colgar los guantes? Lo cierto es que con esta actuación, Canelo ha silenciado dudas y ha recordado por qué es considerado el rey absoluto de los supermedianos.
La leyenda continúa, y por ahora, el trono sigue siendo suyo.