Cuando Caitlin Clark fue nominada oficialmente para convertirse en la primera atleta femenina en recibir una muñeca Barbie embajadora oficial , un hito revolucionario en el deporte y la cultura pop, su rival en la cancha, Angel Reese, no se quedó callada. En cambio, Reese recurrió a las redes sociales con un mensaje audaz, críptico e inequívocamente mordaz de tres palabras:
“Esto otra vez, no”.

Era imposible ignorar el momento.
Mientras el mundo aplaudía el continuo ascenso de Clark como ícono cultural —ya aclamada como el rostro de la nueva generación de la WNBA—, la frustración de Reese se hizo pública. Fuentes cercanas a la estrella de Chicago Sky afirman que el mensaje no se trataba solo de una muñeca. Se trataba de un patrón.
¿Un hito o una oportunidad perdida?
La nominación de Clark a Barbie marca un momento histórico. Por primera vez, Mattel honra a una atleta femenina no solo con una figura temática, sino con estatus de embajadora, colocando a Clark junto a figuras legendarias del universo Barbie. Es un reconocimiento a su creciente influencia, su gran popularidad y su innegable poder de marketing.
Pero para Reese y sus seguidores, es otro ejemplo de cómo la atención tiende a recaer en una narrativa (y un atleta), mientras que otros, especialmente las mujeres negras de la liga, se sienten marginadas a pesar del mismo talento, impacto y esfuerzo.
“No se trata de celos”, nos dijo una fuente de la WNBA. “Se trata de reconocimiento. Angel Reese ha dado la talla, ha dominado y ha representado con orgullo, pero el mundo sigue actuando como si solo hubiera espacio para una estrella”.
La rivalidad se reaviva
Clark y Reese mantienen una larga rivalidad en la cancha que se remonta a sus épocas universitarias. Sus enfrentamientos, que en su día fueron motivo de intenso debate y comentarios polarizados, han continuado durante sus temporadas de debut en la WNBA. Pero si bien ambas han tenido momentos destacados, la narrativa en torno a Clark a menudo ha eclipsado a Reese, incluso en partidos donde Reese la superó.
El mensaje de tres palabras de Reese no fue seguido de ninguna aclaración, pero no hacía falta. Internet lo recogió rápidamente. Fans, comentaristas y críticos comenzaron a analizar la publicación, y hashtags como #NotThisAgain y #LetThemBothShine se convirtieron en tendencia en cuestión de horas.
¿Una liga dividida?
La WNBA ha estado experimentando una nueva ola de atención y cobertura mediática gracias al poder estelar de jugadoras como Clark, Reese y otras. Pero con esa atención surge la tensión sobre la equidad, el sesgo mediático y cómo se configuran las narrativas.
Algunos aficionados elogiaron el hito de Clark con la Barbie como un triunfo para las mujeres en el deporte. Otros compartieron la aparente frustración de Reese y pidieron una celebración más amplia e inclusiva del talento de la liga.
“Se merece sus flores”, escribió un fan sobre Reese. “Barbie también podría haber sido Ángel”.
¿Que sigue?
Reese aún no ha hecho ninguna declaración oficial más allá de su publicación inicial. Clark, por su parte, ha permanecido en silencio ante el revuelo, prefiriendo centrarse en su juego y en la celebración de la noticia de Barbie.
Pero una cosa es segura: esta historia está lejos de terminar.
A medida que la WNBA continúa creciendo y estrellas como Reese y Clark dan forma a su futuro, la liga (y el mundo) tendrán que enfrentarse a una verdad simple: la representación importa, pero el reconocimiento debe ser justo.