Más de un siglo después de su hundimiento, el Titanic sigue cautivando la imaginación colectiva. En 1912, el transatlántico más famoso del mundo colisionó con un iceberg y se hundió durante su viaje inaugural, dejando más de 1.500 víctimas fatales. Fue el desastre marítimo más mortífero de su tiempo, y hasta hoy persiste como el peor hundimiento de un crucero en tiempos de paz.
El Titanic no solo es recordado por su magnitud, sino también por las leyendas que lo rodean. Entre ellas, una teoría que señala que el barco estuvo marcado por una “maldición” egipcia. Ahora, esta narrativa ha vuelto a resurgir en medio de la desaparición de un sumergible turístico que exploraba los restos del naufragio en el Atlántico Norte.
William Stead, un editor británico y pasajero de primera clase en el Titanic, es una de las figuras centrales de estas historias. Antes de su fatídico viaje, Stead había dedicado años a investigar supuestas “maldiciones egipcias”. Durante el trayecto, relató historias sobre un artefacto conocido como la “Momia de la Mala Suerte” a otros pasajeros.
Los restos del Titanic se encuentran en un lugar muy difícil de alcanzar.
Los rumores crecieron tras el desastre. Algunos afirmaron que Stead había sido perseguido por la maldición, mientras que otros especularon que la momia misma estaba a bordo. Informes posteriores indicaron que la sobreviviente Margaret Brown transportaba artefactos egipcios destinados a un museo en Denver, alimentando aún más la controversia.
Sin embargo, los hechos parecen desmentir esta teoría. El History Channel sostiene que la supuesta momia nunca abandonó el Museo Británico, donde permanece hasta el día de hoy.
Shahzada Dawood y su hijo Sulaiman estaban a bordo.
Las secuelas del hundimiento del Titanic dejaron cicatrices profundas en los sobrevivientes. Marjorie Dutton, quien tenía solo ocho años en el momento del naufragio, relató más tarde que su vida estuvo marcada por la “mala suerte” desde entonces.
Por su parte, la condesa de Rothes, otra sobreviviente, describió haber experimentado un escalofriante recuerdo del hundimiento años después, cuando escuchó la misma pieza musical que había tocado la orquesta del Titanic durante las últimas horas del barco.
En un giro sombrío, el destino del Titanic sigue atrayendo exploradores y turistas al lugar del naufragio, a unos 3.800 metros de profundidad frente a las costas de Terranova. El reciente caso de un sumergible desaparecido durante una expedición ha puesto de nuevo en el centro de atención los peligros de explorar estas aguas.
El CEO de OceanGate Stockton Rush estaba a bordo del sumergible
El sumergible, operado por OceanGate, perdió contacto con su nave nodriza poco menos de dos horas después de sumergirse el domingo pasado. Entre los pasajeros están el multimillonario británico Hamish Harding; Shahzada Dawood y su hijo Sulaiman, miembros de una prominente familia pakistaní; el explorador francés Paul-Henri Nargeolet; y el director ejecutivo de OceanGate, Stockton Rush.
La operación de búsqueda y rescate enfrenta enormes desafíos debido a las profundidades extremas del sitio y al límite de oxígeno disponible para los tripulantes, que se estima agotará el jueves por la mañana.
El multimillonario británico Hamish Harding también está desaparecido
A medida que la historia se desarrolla, el Titanic continúa siendo un símbolo de la fascinación humana por los misterios del pasado y los límites de nuestra exploración en el presente.