¿Por qué resulta tan aterrador el fenómeno del parto? ¿Es el milagro de la creación o hay algo de verdad detrás?
Nadie puede negar que nuestros cuerpos son máquinas maravillosas capaces de hacer cosas inimaginables. Todos los conocimientos que la humanidad descubre nos llevan de sorpresa en sorpresa.
Incluso después del fin de la vida, el cuerpo humano todavía puede realizar milagros. Es el caso del fenómeno del “parto en ataúd”, cuando una mujer fallecida da a luz nuevamente.
Los primeros documentos documentados de este fenómeno se encontraron principalmente en Europa. Por ejemplo, en 1551, una prisionera de la Inquisición española dio a luz… 4 horas después de ser ejecutada con una cuerda.
En 1663, en Bélgica, una mujer embarazada murió de eclampsia y sufrió un fenómeno similar. Tres días después, nació su hijo para sorpresa de todos los testigos.
También se han registrado muchos otros casos de mujeres que dieron a luz algún tiempo después de su muerte.
El escalofriante misterio detrás de la magia de la creación
Lo que vale la pena mencionar es que: el parto requiere la coordinación de contracciones rítmicas, relajaciones, etc. de los haces de músculos uterinos, formando empujes que son la principal fuerza de empuje para ayudar al nacimiento del bebé.
El feto solo realiza movimientos pasivos para facilitar y facilitar el parto, pero no puede salir por sí solo. Entonces, en ausencia de cualquier intervención externa, ¿cómo puede “salir” el bebé?
Resulta que el mecanismo milagroso que provoca este fenómeno es una consecuencia del proceso de descomposición del cuerpo.
Las madres fallecidas no pueden dar a luz inmediatamente después de su muerte porque todo su cuerpo ha dejado de funcionar. El sistema endocrino deja de bombear hormonas, los pulmones dejan de respirar y ya no suministran oxígeno para convertirlo en energía, y los músculos del útero, junto con todas las demás partes, se paralizan y ya no desempeñan ningún papel en el proceso del parto.
Pero cuando el cuerpo muere, el reino de las bacterias anaeróbicas prolifera a su vez, descomponiendo el cadáver, creando gases como CO2, metano, amoniaco, sulfuro de hidrógeno… El volumen de gas aumenta en el interior del cadáver, creando presión sobre los órganos internos, incluido el útero.
La oleada de gases es bastante fuerte, equivalente a las contracciones uterinas durante un parto normal. Por eso los bebés pueden nacer incluso cuando sus madres han muerto.
Sin embargo, en realidad, muy pocos bebés logran sobrevivir debido a este fenómeno. Los bebés deben permanecer en el útero durante demasiado tiempo (normalmente de 4 horas a varios días), lo que provoca asfixia, envenenamiento de la sangre y desnutrición…
En particular, según los científicos, con el ritmo del desarrollo social, este fenómeno de nacer en un ataúd será cada vez más raro. La razón es que los cadáveres suelen ser incinerados o embalsamados con conservantes (en el caso de los cadáveres donados a la ciencia) antes de que puedan descomponerse y generar gases.