En un relato que parece sacado de una película de suspenso, un buzo profesional descubrió accidentalmente la respuesta a un misterio de 75 años cuando un cuerpo, atrapado dentro de los restos de un avión hundido, lo “agarró” en el fondo del océano. El impactante hallazgo no solo dejó al buzo en estado de shock, sino que también arrojó luz sobre un caso que llevaba décadas sin resolverse.
El suceso ocurrió durante una inmersión en un lago remoto, conocido por ser el hogar de restos de aviones de la Segunda Guerra Mundial. El buzo, identificado como Daniel Krause, estaba explorando el fuselaje de un bombardero B-17 sumergido, cuando sintió lo que describió como “un toque extraño y helado” en su brazo.
“Al principio pensé que era una corriente o un trozo de escombro, pero luego vi una mano humana sujetándome con fuerza. Fue como si el pasado estuviera pidiendo ayuda”, relató Krause en una entrevista posterior.
El bombardero B-17, conocido como “Fortaleza Voladora”, desapareció durante una misión de entrenamiento en 1948. La aeronave nunca fue encontrada, y sus tripulantes fueron declarados oficialmente desaparecidos. Las autoridades de la época no pudieron determinar qué causó el accidente, dejando a las familias de los tripulantes con más preguntas que respuestas.
El descubrimiento de Krause reveló que uno de los cuerpos, perfectamente conservado gracias a las frías aguas, estaba atrapado dentro del fuselaje. Según los expertos, la posición del cuerpo sugiere que la víctima pudo haber intentado escapar antes de quedar atrapada.
Tras el hallazgo, las autoridades locales, junto con expertos en aviación y buceo, comenzaron una operación de recuperación. Se confirmó que los restos pertenecían a uno de los tripulantes desaparecidos, identificado gracias a las placas militares aún adheridas al uniforme.
Aunque el hallazgo responde a la pregunta de qué ocurrió con el avión, los investigadores ahora intentan determinar qué causó el accidente. ¿Fue un fallo técnico, condiciones climáticas extremas o un error humano?
Para las familias de los tripulantes, este descubrimiento significa el cierre de un capítulo doloroso. Una de las descendientes de la tripulación, Mary Johnson, declaró emocionada:
“Nunca pensé que tendríamos respuestas después de tantos años. Es un alivio saber que finalmente podemos honrar su memoria adecuadamente.”
El caso ha capturado la atención de historiadores, entusiastas de la aviación y el público en general, convirtiéndose en un recordatorio del impacto duradero de los conflictos bélicos y los misterios no resueltos. Mientras continúan los esfuerzos para recuperar el avión y sus posibles restos adicionales, el mundo observa con fascinación cómo la historia se desentierra, pieza por pieza, desde las profundidades del olvido.